Anoche me visitaste

Anoche me visitaste.
Viniste a verme
en mitad de mis sueños,
sueños en los que,
sumido en la ignorancia
de tu amarga ausencia,
te quería, te amaba,
te poseía.

Mas despierto y no estás.
En mi almohada quedan
los restos de tu perfume embriagador,
los rescoldos de una pasión
que fue real
y que permanece anclada
en lo más profundo y oscuro
del mar de mis recuerdos.